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AMOR





Mira con qué visor observas al “pensamiento social”. Hoy me levanté con esta frase sonando en mi cabeza.

Es curioso, porque uno se referencia inconscientemente a un paquete software que lo incluye en la humanidad, que es la lógica de un diseño global. Me opera, por tanto, como individuo perteneciente al género humano, la lógica que hay instalada en el diseño global. Después cada persona tiene sus diseños, sus personalidades, sus combinaciones y fórmulas de comportamiento, sus habilidades de respuesta.

Existe una constante comparación entre lo que mi diseño trae, y lo que debería traer según los cánones del diseño global (pensamiento social) a los que estoy enlazado, según mi entorno, mi familia, según mi educación...etc. El sufrimiento se produce porque estas dos referencias no coinciden, no tienen coherencia unas con las otras. La lógica del diseño global que hemos conocido hasta ahora,  no contiene la capacidad de diferenciación de la individualidad de los diseños particulares; capacidad que se está abriendo paso entre las personas en estos tiempos.

La persona, el individuo, al percibir que ese diseño global no incluye sus particularidades, se siente excluida del mismo, y comienza a enlazarse a una mirada de condena que observa ese diseño desde la injusticia y el rencor. El diseño, entonces, en lugar de poder percibir ese “error” de no incluir a la individualidad, se protege más ante aquella mirada del individuo, toma y crece en sus armas de defensa y ataque. Genera las mejores posibilidades para la vida en la Tierra, teniendo en cuenta estos peligros. Excluye más y más al individuo, retrotrayéndose y constriñéndose.

Sucede en la conexión interna de cada uno de nosotros, y sucede en lo global. Después, desde este constreñimiento, intentamos que en el mundo haya paz, pero en ese fractal de individuos que somos, opera ese retrotraimiento, esa desconfianza, esa alarma de que el otro me puede dañar. Hemos tratado de ignorarla, saltárnosla a través del pensamiento amoroso, y otros millones de intentos, que no están más que faltos de genuino y real amor, que es el que puede contener a esa desconfianza, a esa alarma ante el enemigo, tal y como es. Amor es aquello que incluye esa mirada sin percibirla como algo erróneo, algo que no debería estar ahí.

Amor es la mirada que incluye al diseño que no ha tenido hasta ahora la habilidad de incluir las diferencias del individuo, y que las ha tomado como debilidades, o peligros para el orden público.

Ese diseño externo que no es capaz de incluir la diferencia, internamente opera en la misma forma. Por eso, nosotros como individuos tampoco somos capaces de incluir la diferencia, de incluir a otros que no entendemos, diferentes a lo que somos.

En realidad, igual que nuestros diseños individuales, el diseño global tiene miedo, no sabe cómo actuar, tiene que aparentar que controla, que no tiene miedo, que sabe lo que hace... pero no es verdad.

El diseño global precisa de la mirada que se abre a ser mutada para recibir una mirada que lo incluye. La mirada que está dispuesta a percibir como insuficiente a la visión que percibe los errores de este diseño en modo condena.

Convertimos en un monstruo a lo que no entendemos, y el mostruo está, en lo más profundo, igual de asustado. ¿Por qué lo sabemos? Porque ese “monstruo” somos nosotros mismos. No podemos ni debemos ser ingenuos con lo que puede llegar a hacer un diseño sostenido por el miedo, pero también sabemos que está más allá de nuestras habilidades justicieras que los errores del diseño global se tomen desde un punto de vista neutral.

Digamos que, estamos embarazados de un diseño interconectado, y los viejos parámetros están asustados con lo nuevo que llega, porque aún no comprenden que eso nuevo que brota, en realidad viene a liberarlo de sus propios miedos.

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