La lástima, lastima (al emisor y al receptor). "¡Pobrecillo! ¡Pobre!", decimos al sentir lástima... le estamos sumando la carga de la pobreza con nuestra "pena".
La verdadera ayuda florece libre de cargas, viendo al otro como a un igual, no como a aquel que está por debajo mío en el escalón de los niveles de riqueza. "¡Qué afortunado yo, qué pobre él/ella!"
La verdadera ayuda florece libre de cargas, viendo al otro como a un igual, no como a aquel que está por debajo mío en el escalón de los niveles de riqueza. "¡Qué afortunado yo, qué pobre él/ella!"
Si actúas por lástima, verás que el flujo económico "se te va de las manos". Si "se te escapa el dinero" puedes aprovechar para ver en qué ocasiones actúas por lástima con los demás. "¡Pobre, necesita ayuda!", se puede transformar en "¡Hermano, ten mi mano!".
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