“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la posibilidad de encontrarte con los amarres elásticos que te enganchan a aferrarte, una y otra vez, a la idea de que tienes que mejorarte a tí mismo para poder existir.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la ocasión, de ver cómo convertiste a personas en instituciones, y cómo validaste las IDEAS en instituciones, en empresas, en gobiernos sostenidos por la validación de la idea misma de lo que son. Y los convertiste en algo a lo que temer, o algo con lo que luchar, algo a lo que dar cuentas de lo que haces, y algo de lo que esconderte, o algo con lo que ser responsable para la sociedad.
Validaste al policía como el Estado que controla tus actos, validaste al empleado de banca como la Institución de la que depende tu economía, validaste al Presidente como el Gobierno que afectará a tu vida particular... sin fijarte, sin darte cuenta, que solo son personas, personas comunes que sustentan instituciones que no existen, sin la validación de su existencia concreta por tu parte.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la ocasión de encontrarte con las mil ilusiones que te hiciste con respecto a la vida, con la destrucción de la positividad y la creencia en la consecución de sueños “porque sí”, porque la vida te iba a sonreir a ti si ponías mucho énfasis en vivir. Y en esa desmantelación de la esperanza ilusa, vas encontrando la confianza certera, y que, efectivamente, no era tan ilusa, porque intuía que la realidad era profundamente más poderosa y abierta de lo que quisiste creer, por un tiempo. Solamente se precisaba un visor más adecuado para llevarlo al concreto.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la oportunidad de ver lo que eres, la suerte de encontrarte con la esencia de la naturaleza misma, para desprenderte de capas y capas de agonía por necesidad.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la posibilidad de dejar de sustituir el vacío con promesas de felicidad. Tienes la posibilidad de darte cuenta de que nunca hiciste nada equivocado para llegar hasta aquí. Que no es un error no tener nada. Que no eres culpable de estupidez, ni de ignorancia, sino que eres culpable de ser coherente con no haberte sabido adaptar a una fórmula de espacio-tiempo en la que no encajabas.
“No tengo Nada”
Nada, entonces, te pueden robar.
“No tengo Nada”
No es un consuelo, es la belleza de la VERDAD.
Tienes, entonces, la posibilidad de encontrarte con los amarres elásticos que te enganchan a aferrarte, una y otra vez, a la idea de que tienes que mejorarte a tí mismo para poder existir.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la ocasión, de ver cómo convertiste a personas en instituciones, y cómo validaste las IDEAS en instituciones, en empresas, en gobiernos sostenidos por la validación de la idea misma de lo que son. Y los convertiste en algo a lo que temer, o algo con lo que luchar, algo a lo que dar cuentas de lo que haces, y algo de lo que esconderte, o algo con lo que ser responsable para la sociedad.
Validaste al policía como el Estado que controla tus actos, validaste al empleado de banca como la Institución de la que depende tu economía, validaste al Presidente como el Gobierno que afectará a tu vida particular... sin fijarte, sin darte cuenta, que solo son personas, personas comunes que sustentan instituciones que no existen, sin la validación de su existencia concreta por tu parte.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la ocasión de encontrarte con las mil ilusiones que te hiciste con respecto a la vida, con la destrucción de la positividad y la creencia en la consecución de sueños “porque sí”, porque la vida te iba a sonreir a ti si ponías mucho énfasis en vivir. Y en esa desmantelación de la esperanza ilusa, vas encontrando la confianza certera, y que, efectivamente, no era tan ilusa, porque intuía que la realidad era profundamente más poderosa y abierta de lo que quisiste creer, por un tiempo. Solamente se precisaba un visor más adecuado para llevarlo al concreto.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la oportunidad de ver lo que eres, la suerte de encontrarte con la esencia de la naturaleza misma, para desprenderte de capas y capas de agonía por necesidad.
“No tengo Nada”
Tienes, entonces, la posibilidad de dejar de sustituir el vacío con promesas de felicidad. Tienes la posibilidad de darte cuenta de que nunca hiciste nada equivocado para llegar hasta aquí. Que no es un error no tener nada. Que no eres culpable de estupidez, ni de ignorancia, sino que eres culpable de ser coherente con no haberte sabido adaptar a una fórmula de espacio-tiempo en la que no encajabas.
“No tengo Nada”
Nada, entonces, te pueden robar.
“No tengo Nada”
No es un consuelo, es la belleza de la VERDAD.
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