Imagen de Johannes Stotter
“vas muy fresca ¿no tienes frío?” ó “vas muy abrigada ¿no tienes calor?”
me parecía que los cuerpos y las personas tenían la suficiente inteligencia como para ir adecuados a la temperatura. Sería como decir: “Oye, abrígate más, que tengo frío”. ¿Quién era yo para determinar la temperatura de otra persona? Con el tiempo, al ver que era algo muy común, yo también empecé a hacerlo, buscando “normalizarme”, hacerme un poco como los demás, porque pensaba que si lo hacían todos, la que estaba equivocada era yo. Sin embargo, la sabiduría de la vida le lleva a uno siempre hasta el cauce original, le devuelve para encontrar lo que siempre fue desde el inicio.
A todos nos ha pasado. Hemos dejado de ser, para “normalizarnos”, es decir, para jugar a ser lo que no somos y que, por mucho que lo intentemos, no seremos jamás. Jugamos a ser más, a tener más, a vivir más, a creernos menos, a sentirnos menos, a vivir menos... y en el juego, nos olvidamos de que solo es un juego...
Sin embargo, nadie puede ser lo que no es, y la vida nos muestra constantemente esta lógica aplastante. Lo que pocos se imaginan es que al SER y manifestar nuestra verdadera naturaleza, nos vamos encontrando con que aquella alegría, aquel gozo imaginario que nos pasamos la vida buscando, no es más que la realidad de ser lo que uno verdaderamente es, y que no es preciso hacer nada para ganarlo, porque es la llama que enciende todo el juego de la creación.
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