En la primera escena de la película "El árbol de la vida", encontramos una maravillosa lección sobre los dos caminos que nos muestra la vida: el camino del instinto, y el camino de la Gracia.
El otro día, caminando por un jardín, nos encontramos una fila de orugas procesionarias. Iban una detrás de la otra, siguiendo los pelitos de la anterior. Entonces, cuando la primera se detiene, el resto de las que la siguen se amontonan. Mientras observaba el movimiento encontré la gran similitud que tenemos los seres humanos con este comportamiento. Si miramos en la sociedad, vemos que, si utilizamos nuestra "mente instintiva", nuestra "mente de oruga", vamos a ser seguidores de una líder, alguien que, si se pierde, si se para, como está sucediendo hoy en día con quienes nos gobiernan, entonces la sociedad queda sumida en un nudo del que no sabe salir.
Entonces pensé: ¿cómo no se dan cuenta las orugas de que tienen todo el campo para ellas? solo tienen que dejar de seguirse las unas a las otras, y empezar a caminar con confianza por el campo, un enorme campo que tiene alimento, sol, belleza... solo necesitarían tomar su propio camino, dejar el camino del instinto, y tomar el camino de la Gracia.
Todo esto me hizo ver que en estos tiempos estamos justamente ante esa oportunidad: seguir tomando el camino del instinto, el de la mente de oruga, el del seguidor; o bien comenzar un camino propio, libre, en el que no seguimos a los "pelillos del culo" de la oruga jefe...
El camino del Gracia nos convierte en mariposas libres. Este camino tiene alas propias, libertad, belleza plena. Este camino está libre de apegos, de creencias de oruga, de "seguidores y líderes". El camino de la Gracia es simplemente Ser.
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