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Crédito de maduración


Se acude al principio de solidaridad cuando no sabemos generar por nosotros mismos. Pedimos que quien sabe generar, se solidarice con nosotros. La solidaridad, entonces, tiene un precio, tiene un coste. Si una persona quiere asumir el coste de traspasar los recursos que genera, a otra persona, esto tendrá su funcionalidad y motivos, dependiendo de cada caso y situación pero, en cualquier caso, le presuponemos una libertad de elección. Cosa muy distinta es que esto sea algo obligatorio, como valor: una exigencia de TRASPASO, en base a la imagen de que, si lo hago soy bueno, ni no lo hago soy malo. Si no soy solidario, soy egoísta. Si no eres solidario, te haré sentir culpable de mi situación.

De acuerdo con esto, entendemos que estamos hablando de instancias bastante primitivas del ser humano, las que abrochan la elección de intercambios funcionales, a los valores. Este broche alimenta la dificultad de asumir nuestra inmadurez y la lógica de que “yo no puedo” "no soy capaz" "no valgo lo suficiente" “porque la vida ha sido injusta conmigo y no con otros”. De esta forma, el receptor se abrocha o depende de la solidaridad de otros, porque no puede ver sus propias capacidades, no da espacio al crecimiento de su propia perspectiva. Nos planteamos entonces ¿Qué es lo que abrocha la perspectiva de la persona?, cuando tenemos resonancia para hacer este planteamiento, obviamente, podemos entrar a realizar esta exploración que aquí resumo, y que es hacia donde nos dirigimos con este trabajo.

De modo que, partiendo de la base, por ejemplo, de que estoy recibiendo recursos por solidaridad, si puedo asumir esa situación y aprovecharla para generarme madurez, esto será muy distinto a si estoy luchando por mi derecho a seguir siendo asistido, a seguir siendo bebé de pecho.

Otra posibilidad es aprender a asumir el crédito, lo que nos va a ir sacando de la dependencia de la solidaridad. La cuestión es que, muchas veces la persona tiene tan instalada la idea de que no es capaz, que no siente que sea capaz de devolver ese crédito y por eso acude a la solidaridad para pedir la no devolución.

En cualquier caso, como hemos dicho, aquí vamos a hacer un pequeño acercamiento a esta perspectiva que toma el tránsito de aporte externo para generarse su propio crecimiento en la perspectiva.

¿Cómo se abre uno a esta maduración?

Cuando tomo el crédito  como un tránsito de apoyo a la maduración de mi propia perspectiva y mi coherencia, ya parto de saber que existe una devolución previa, pues la lógica, la coherencia resultante de ese proceso, ya está dándome puntos de apoyo para la generación. Estoy tomando esa ayuda temporal, como un puente a mi propia madurez, no como una obligación de otro de asistirme. Aprovecho ese tiempo de crédito para ir desvalidando la lógica que me mantiene en situación de escasez.

Según veo, la perspectiva de escasez es algo que puede estar muy relacionado a la cantidad de valores que sostengo. A mayor ingenuidad e inocencia, mayor capacidad de captación tienen las lógicas de que tengo que ser alguien íntegro según el valor. La culpa que no puedo funcionalizar, me abrocha a unos límites que impiden la expansión de mi perspectiva, de mi coherencia, y por tanto, de mi acceso a la generación.

El circuito, entonces, queda abrochado, secuestrado para naturalizar esa interferencia. Se naturalizan los “deberías”, de tal forma que los escucho en mi cabeza y trato de hacer lo que es correcto según ellos. Ese sonido me dirige. El circuito tiene un sonido, un discurso mental, y una química. Se naturalizan por repetición (28). Queda tan instalado, que cualquier argumento que se sale de ese discurso, se toma como algo insensible. Entonces, no puedo ver el negativo del diseño de los valores. Por tanto, tiene que haber, como decimos, una gran disponibilidad a poder percibir que las bases sobre las que se sustentan mis principios, son una estafa. Si no está esta disponibilidad, no es posible ver la trampa, y por esto hablamos de la necesidad de una resonancia para hacer este proceso. La resonancia nos indica, justamente, que el circuito está preparado para sostener la percepción del negativo del diseño.

Si no tengo el circuito, realmente no voy a poder percibir lo que aquí se plantea, porque voy a tener que reconocer en mí mismo, todo lo que critiqué en el afuera, y esto exige una honestidad conmigo mismo que está en contra del valor con el que yo me forjé para ser íntegro y correcto.

No pasa absolutamente nada en ese caso, porque la exploración de la persona estará en otro ámbito, en otra parte diferente del proceso. Este escrito lo hago para que se pueda distinguir.

Resumiendo, si estoy en esta situación de perspectiva de escasez, y me resuena esta exposición, puedo partir por asumir que es probable que esté sosteniendo unas lógicas que están apuntando a los términos que se indican aquí, con los valores. Este punto de partida me va a permitir ver con más claridad qué lógicas en distorsión me están operando, en lugar de defenderlas y taparlas, como tengo que hacer para seguir sosteniendo una imagen de corrección.

Partir de saber dónde estoy situado, te puede ir abriendo al “crédito de maduración”, el cual va a depender del lugar desde el cual le estoy asumiendo. Asumir deuda para seguir validando la lógica que me sostiene en la situación y alargar el plazo, o bien, asumo la deuda para ir desvalidando la lógica que me llevó a la situación en la que estoy. Iré pasando así de niño chico que exige derechos, a ir tomando conciencia de dónde estoy situado y darme acceso a mi propia perspectiva de maduración.

Desmitifiquemos la idea de que la deuda es mala, o es buena, para verla desde su funcionalidad según distintas perspectivas.

Si resuenas con este planteamiento, puedes recibir información sobre los próximos encuentros presenciales y on line, que estaremos realizando con este enfoque.
contactounkido@gmail.com
+34609827324 wasap o telegram.

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