Comencé a escribir el libro “El Círculo Económico” mientras aún trabajaba en banca. La experiencia de sentirme exprimida, dividida y presionada, temerosa de perder mi estatus y mis recursos económicos, me llevó irremediablemente hacia una de mis grandes pasiones: la escritura.
Cada día que pasaba en aquel despacho, atendiendo a personas preocupadas por su dinero, escuchando órdenes en mi teléfono sobre lo que debía o no debía hacer, los productos que debía o no contratar, me hacían plantearme, cada vez más intensamente: “¿quién me dirige?”... Aquella pregunta sonaba una y otra vez en mi cabeza: “¿quién me dirige?”. Si un cliente me exigía un plazo de tiempo en el que tener un resultado, o un superior me exigía unos objetivos... yo obedecía. Y en aquella obediencia había mucho dolor, pues había una enorme contradicción entre mi propio criterio y el de los que me rodeaban.
Tengo amigos que cuentan que dejé la banca porque no quería engañar a la gente, pero eso no es cierto; o al menos, es una pequeña parte del total. He visto a muchas personas deseosas de dejarse engañar por el banco para obtener un beneficio, he visto a otras engañadas como corderos entre lobos, y he visto a otras muchas intentando engañar al banco... en el juego del capitalismo las víctimas y los verdugos cambian de cara constantemente, y hace tiempo que decidí dejar de hacer de juez de lo que para mí es desconocido. Dejé mi trabajo porque ansiaba amar mi trabajo. Dejé mi trabajo porque no era un trabajo, sino una forma de ganar dinero a costa de un precio muy amargo. Dejé mi trabajo porque cada día amaba más entregarme a cada palabra que escribía, y a cada palabra que salía de mi boca cuando el miedo estaba ausente. De esta forma, comprobé que uno no tiene que vencer mil barreras para hacer lo que ama, sino que, haciendo lo que ama, surge una energía enorme, más grande que todas aquellas barreras, que te ayuda y te empuja de forma gradual a aquello que tu naturaleza te invita a ser.
Escucho todos los días a muchas personas decir que no les quedan fuerzas después de su trabajo para hacer nada más que tirarse en el sofá a ver televisión. Es aquella situación, que también he vivido, la que me llevó a escribir este libro, la de transmitir que la vida tiene en sí misma una belleza y una energía que surge haciendo lo que uno ama hacer, y que es posible beber de esa fuente. Ahora que por estos lares del mundo llega el frío, y nos preocupamos por el gas y la electricidad para que nos den calor, ¿por qué no abrirle la puerta a esa otra energía, gratuita, ecológica e ilimitada, que surge de hacer las cosas con amor? Sin embargo, también he comprobado que tratar de animar a los demás, o intentar transmitir esperanza, no deja de ser un trabajo en vano si no hay un cambio profundo y total. Las personas escuchamos con mucha intensidad los mensajes esperanzadores, los “Yes, we can”, los “Cambiemos el mundo”... pero esos impulsos duran un tiempo, y después se acaban. La verdadera energía no viene de la voluntad de valorarse más, de quererse más, o de enfundarse un vestido con color de sonrisa. Eso es tan volátil como una nota de música en el viento. La verdadera energía llega cuando transformamos nuestra vida interiormente, cuando nos decidimos con total entrega a servir al amor, y no al miedo; cuando, aceptando que servimos al miedo, ponemos un punto y final a aquella situación.
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida” El Quijote
Me encanta el realismo de esta nota! Gracias Lau!
ResponderEliminarMe alegra que te guste. Gracias!
ResponderEliminar...me ha quedado clarísimo el por qué dejaste tu trabajo; tan claro como me ha quedado que lo tuyo se llama VALENTÍA.
ResponderEliminarDe lo que tú sufriste en aquel despacho jamás tuviste la exclusiva, ya que en tus mismos zapatos andamos metidos todos aquellos que por COBARDÍA, no somos capaces de colocarnos al otro lado de esa catapulta, que bien podría ser impulsada por nuestra VALENTÍA y lanzarnos al más allá de nuestras ganas de romper con todo y a ser posible con "todos", y empezar a hacer otra cosa en otro sitio; cosa y sitio que no se parezcan en nada a nada a aquellos sitio y cosa de los que venimos huidos.
Decía un anuncio publicitario, que hay que ser muy buen café para despertar a alguien por la mañana.
Antes no te conocía, pero ahora pareces feliz.
Mi enhorabuena por tu VALENTÍA.
Muchas gracias por tus palabras Juan. ¿Sabes qué creo? Que llega un punto de tensión dentro de uno, que se hace más grande la propia dignidad que el miedo, el amor por uno mismo, que el miedo. Y entonces no hace falta echarle valor, porque sale solo. Al menos, eso es lo que me pasó a mí, que lo que me daba miedo era quedarme!! jaja.
ResponderEliminarVida, que yo sepa, solo hay una, y aunque hubiera más, creo que necesitamos vivirla a nuestra forma...
Un besazo gordo y mucha fuerza!!
Me a gustado el articulo,es cierto que en ocasiones es necesario sentirse libre,yo tambien deje mi trabajo despues de 22 años,la salud y el coco me decian que alli ya hice todo lo que tenia que hacer,que buscara otro sitio donde ofrecer lo mejor de mi,y ofrecerme ese tiempo para dedicarlo a otras cosas que te llenan mas
ResponderEliminarHola, excelente artículo. Me he identificado mucho con la descripción que hiciste acerca de cómo te sentías en tu trabajo, ya que yo me sentía igual, siempre siendo controlada, con una enorme cantidad de objetivos impuestos (muchas veces exagerados e irrealizables, destinados a despersonalizarte y a controlarte como una marioneta), teniendo que responder a las demandas de mi superior directo, de otros sectores de la empresa, de los clientes, de los empleados... Mientras mi salud se desgastaba con solo 27 años de edad.
ResponderEliminarTrabajaba en una oficina de Recursos Humanos para una empresa de la actividad banca-financiera. Hoy envié la renuncia. Tengo algo de miedo e incertidumbre, no voy a mentir...pero considero que ha sido la mejor decisión para preservar mi salud, especialmente la salud mental (que indefectiblemente afecta la salud física).
Me alegra saber que no estoy sola en esto, que hay muchas personas que han pasado lo mismo que yo y que pudieron salir adelante. En ese sentido, lo que escriben los bloggers como vos, es una gran ayuda y te lo agradezco.
Un cordial saludo,
Cintia, de Argentina.
Hola, yo estaba en una posición muy similar a la tuya, a mis 26 años trabajando en una empresa multinacional de ingeniería trabajaba hasta 14 hrs de noche y algunas veces de día, físicamente me encontraba en muy malas condiciones por que mi reloj biológico, mentalmente vivía en un estado de estress permanente, llegué al punto en que no podía mas y decidí salirme de ahí.
EliminarNunca es fácil pelear por nuestras convicciones. . . nunca lo es
Llevo un parde meses desempleado pero he retomado aquello que antes me nutria: ejercicio, hacer musica, amistades.
No te mentiré a veces titubeo de mi elección pero la reafirmo al revivir aquella experiencia.
No estas sola, yo también lo pensaba,
Saludos desde México