Ir al contenido principal

"Del palestino y el israelí interno, la izquierda y la derecha internas, y otras especies del mismo conflicto”

Antes de nada, y ante lo peliagudo del asunto aquí expuesto, tengo que decir que esta observación no pretende ser una descripción del conflicto externo, sino que es fruto de la observación del propio conflicto interno, de ver los “bandos” en la propia mente de uno mismo, ver cómo se comportan los propios pensamientos rebeldes, y los pensamientos obedientes (los llamaremos así por comodidad) y ver también cómo se comportan fractalmente, y cómo esos mismos comportamientos, A POSTERIORI, son vistos en lo externo.

Si al leer esto me quedo observando sencillamente el comportamiento de israelíes y palestinos, o de izquierdas y derechas, si me quedo asociando estos comportamientos a otras personas, entonces no estoy desmantelando conflicto; mientras que, si observo dentro de mí la propia “guerra” mental, lo comprendo desde mis propios pensamientos, desde mis conflictos con mis seres más cercanos, entonces ese VER puede comenzar a ser desmantelador.

;)


“El pensamiento o comportamiento obediente (Israel, derecha..etc.) y el pensamiento o comportamiento rebelde(izquierda, palestina...etc.) son ambos obedientes del 4, del sistema, de los programas.

La obediencia es el 3, mente, que dice “sí” al 4, programas. Tanto el obediente del camino oficial, como el que se rebela ante el camino oficial, son obedientes del programa.

Sentirse obediente del programa produce una sensación de tonto, de víctima, de dependencia, de inferioridad, que trato de no sentir. El obediente del camino oficial obedece para no sentirla. El rebelde expresa su ira para sentirse “valiente”, para lo mismo, para no sentirse obediente y tonto.

El rebelde ha etiquetado como “bueno” (porque le hace sentir “bien”) ser valiente, reaccionar, protestar, y como “malo” (porque le hace sentirse “mal”) ser cobarde. Cree que es mejor contestar, reaccionar, que reprimir, que reprimir es de tontitos que se dejan comer la merienda, entonces necesita "hacer algo" para no comportarse como los que reprimen.

La distorsión aquí es que estamos calificando las actitudes, el cuarto, nuestra identidad, el “yo”, está eligiendo las actitudes adecuadas para no sentir lo que verdaderamente siento. Elige "esto me gusta sentirlo", "esto no me gusta sentirlo", y en base a eso actúa.

Entonces no se permite sentir la cobardía, la obediencia, el sentirse inferior y excluido, el temor.

El rebelde juzga al obediente porque le ve “reprimido”, y el obediente juzga como “malos” o “incorrectos” los ataques de ira y el comportamiento “inadecuado” del rebelde.

El obediente se siente superior moralmente al rebelde y por eso su inconsciente lo trata como inferior.

Ambos quieren que el otro cambie, tienen puesta su atención en “el otro”. Ambos necesitan que el otro cambie para sentirse BIEN.

El rebelde siente el inconsciente del obediente y le duele ser tratado como inferior, se siente excluido; pero aquí la gran clave para el rebelde es que trata de huir todo el tiempo de ver qué es eso de sentirse inferior, y lo trata de tapar con las reacciones. Necesita que el obediente deje de juzgarle, deje de verle como inferior, porque le importa mucho la imagen que el otro tiene de él, cómo es visto, y entonces es capaz de utilizar la violencia para que el otro se dé cuenta de su error. No permite que el otro piense de él que es cobarde. Cree que es más valiente reaccionar, es más valiente hacer algo que no hacer nada. Los palestinos son violentos para que su pueblo les vea que son “valientes”. Se inmolan para recibir el apoyo de su pueblo, porque esto tapa la sensación de exclusión, de sentirse inferiores, de no ser vistos, de ser usurpados. ¿Y si no reacciono como los míos me piden que haga? ¿Pensarán que soy un cobarde?

Un inmenso esfuerzo para parecer lo que uno no es.

El obediente quiere que el rebelde cambie, porque le saca de su estabilidad emocional controlada, le descontrola su “perfección”; pero lo que no ve es que ese sentirse “correcto y bueno”, es en sí mismo una distorsión. La clave del obediente es, pues, que le cuesta mucho ver su propia distorsión, solo ve la distorsión fuera, pero al creer que hace siempre lo correcto, no considera que ese “correcto” pueda ser también distorsión. Siempre cree tener la razón.

Finalmente ninguno de los dos mira su propia distorsión, sino la del otro. Ven afuera el error y manejan y eligen las emociones y los personajes internos a su antojo para no sentir la realidad de lo que verdaderamente están sintiendo.

¿Qué pasa cuando le quitamos las etiquetas a las emociones? ¿qué pasa cuando dejamos de calificar como “mala” a la “cobardía” y como “buena” a la “valentía”, o como “malo” o bueno al “comportamiento inadecuado” y bueno o malo al control emocional o a la represión, y simplemente observo cómo es sentirse una víctima cobarde, o estallar en un momento dado, o si simplemente observo cómo me reprimo, cómo controlo, sin calificarme ni querer cambiarlo? Eso es ser inclusivo con uno mismo, con ese personaje que creo ser y que no quiero sentir.

Acepto también que los demás me vean así. Porque el palestino lo que no logra es aceptar cómo se siente en lo más profundo de sí, y toda su violencia no hace otra cosa que llenarle los circuitos con una falsa sensación de “valentía”, que le tapa la verdad que es que tiene miedo, se siente solo, inferior, no visto, y por eso está obedeciendo al cuarto a través de ponerse en contra. Inmolarse es valiente, eres admirado por tus vecinos, te ven, te aplauden. El obediente del camino oficial tiene la aprobación de las estructuras, el israelí es apoyado por la oficialidad del sistema; pero el rebelde recibe la aprobación de su “pueblo”, de los que le animan a ser valiente y le dicen “sigue, vamos, estoy contigo, te apoyo, ánimo, mételes caña" (así se gestó la revolución comunista y cualquier otra del mismo corte), y así van los palestinos con sus bombas en el cuerpo, convencidos de que quedarán en la memoria de su pueblo como héroes.

¿Qué pasa si podemos sentir cualquier emoción (represión o estallido), cualquier personaje (cobarde, valiente), sin etiquetarlo de nada, sin creer que uno es mejor que otro, sin necesitar cambiarlo?

¿Sería posible entonces sentirse herido por las palabras o los pensamientos que otro pueda tener para mí?

El agotamiento pertenece al esfuerzo que llevamos haciendo milenios por cambiar, por actuar de una forma en la que no me sienta como me siento ahora, esfuerzo por encontrar una forma de actuar en la que me sienta que lo hice BIEN."

Comentarios

  1. Gracias Laura.
    Me ha gustado y resonado en mi interior. Muy esclarecedor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. En total sincronía con mis Observadores Activos de este momento. Gracias es poco decir. ♡♡♡

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El Masculino, el Femenino y el Dinero

  "Equilibrio" Dibujo de José Mataloni EL DAR Y EL RECIBIR: MASCULINO Y FEMENINO Muchas personas dicen que se sienten más cómodas dando que recibiendo, por tanto, en ellas existe una programación mental previa para dar y no tanto para recibir. Recibir es la energía femenina. La naturaleza es una viva expresión de esta energía. La naturaleza recibe la energía del sol, que es masculina, y le otorga la vida. La naturaleza recibe, y al mismo tiempo da sus frutos. De hecho, utilizamos la palabra “natural” cuando queremos expresar que algo sale sin esfuerzo, como si fuera en la esencia de uno mismo. También decimos: “ es mi naturaleza ”, cuando queremos expresar que hacemos algo simplemente porque nos sale, como una vocación, o entregar una mano amiga o nuestro cariño cuando verdaderamente tenemos el impulso por el corazón. La naturaleza es un gran espejo en el que poder observar nuestra propia energía femenina. Durante cientos de años la energía femenina ha quedado r

DAR SE

Cuando das con la finalidad de recibir (reconocimiento, cariño, pertenencia, aprobación, validación...etc.), llegará un momento en que, al no recibir, uno cree que está “dando de más”, “que es tonto por dar a quien no lo merece”... etc... y quizás tenga razón en la superficie, pero en lo que sucede en lo profundo, es que está teniendo una finalidad no vista. Creía que estaba “dando de corazón”, pero estaba dando para recibir. La cuestión no es cuánto das, sino desde dónde das. Porque ese “desde dónde”, si no recibe, va a acabar culpando al afuera de que no le da lo que merece, de que no es visto, no es tenido en cuenta. Simplemente, no me veo, no me tengo en cuenta, y doy para recibir atención, aprobación, cariño... necesito que el afuera me diga que soy lo que yo mismo no puedo ver de mí, y si no la recibo, es “el otro” el culpable de no reconocer mi valía, valía que, yo mismo no puedo ver y por eso “obligo” al otro a que me reconozca. La generosidad de quien se posiciona en su valenc

El verdadero "fluir de la vida" y la "acción genuina"

 Fragmento del libro "LOS FOTOGRAMAS INVISIBLES: La Observación y la Economía en Convergencia", de Laura Fernández Campillo. ¿Qué diferencia hay, pues, entre el “fluir de la vida” y “dejar las cosas al curso de la vida”? Bien, con lo que yo he denominado fluir de la vida, para entendernos, incluyo un fluir interno, y no solo un supuesto fluir externo. Por ejemplo, puede que me diga: “quiero aprender a bailar”. Siento que quiero hacerlo. Sin embargo, me encuentro con un montón de inconvenientes cada vez voy a apuntarme a clases de baile.  *Primero no encuentro dinero suficiente ,  *después no encuentro tiempo , porque me surgen muchos y variados “compromisos” que me incomodan…etc.  *Y finalmente no puedo ir a bailar y me digo: “bueno, será que no tengo que bailar, lo que la vida me pone delante es lo que es”.  Y esta última frase tiene una gran verdad, y una gran trampa. La gran verdad es que lo que la vida me pone delante es lo que es ; es decir, la vida me es