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Un empujón al abismo




Normalmente vemos al "sistema" en su cara "negativa", es decir, lo vemos como ese monstruo que nos mantiene atados a él a través de los miedos. Pero creo que es muy importante ver cómo nos ata el "sistema" en su cara positiva, y preguntarme: ¿a qué me estoy aferrando? ¿qué es lo que me gusta tanto del sistema que no quiero abandonar? ¿qué tipo de "ensueños" me ofrece, que no los suelto? ¿Me gusta la sensación de tener un trabajo "fijo", porque me hace sentir seguro? ¿Me gusta la sensación de tener un dinero ahorrado en el banco como "colchón"? Tendemos a querer entregar lo que nos disgusta, a veces incluso con la trampita de enviarlo sin querer mirarlo de frente. "¡Quítamelo, quítamelo!" Por eso decimos: "derivo, derivo, pero no se va". Claro, no se va, porque no observo al observador más lento de todos.

Si quiero salir completamente de los programas, tengo que "vaciar los odres viejos, tengo que entregar todo, lo que me gusta y lo que no.
Y no se trata de esforzarse para que no nos guste la sensación de estar seguros, y menos aún de juzgarse por ello: "está mal estar aferrado al sistema", sino que se trata de algo mucho más simple: observar la sensación que me produce estar seguro porque tengo un colchón, o porque tengo algo "fijo", observar cómo me aferro al sistema, y cuál es ese punto en el que me apoyo con más fuerza. Observar, tomar conciencia de a qué estoy atado. Nada más. Porque inmediatamente, la mente va a intentar "eliminar" esa sensación, y ese esfuerzo la mantiene viva. Es simplemente la observación consciente de ella la que hace todo el trabajo.

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