Cuando hay mucha identidad que sostener, del tipo amable, sucede un interesante punto ciego que genera mucho dolor.
El “enojo” se condena como algo que estás haciendo mal. Debes guardar la calma. Se te enseña a guardar la calma, de modo que el “en ojo” te acaba cegando el ojo, porque la imagen que muestras en el contexto, es incoherente con el inhumano que te está operando en lo inconsciente. De Generación en de-generación, se van transmitiendo los parámetros de los que no puede salir tu enojo. Y si los parámetros del padre-madre sobre el enojo, están muy reducidos, entonces, cuando salta el enojo del niño, se le pide calma antes de poder expresar el enojo completo: “no lo veas así, míralo asá...etc...”, (Justificación)
...porque somos una familia calmada y amable y bondadosa...
Entonces hacemos al niño que justifique algo que recibió como un daño externo, antes de que pase por el paso de enfadarse con ese daño externo. Le estamos bloqueando ese enojo y dejándolo en punto ciego. Cada paso de cada experiencia es importante. Cada paso, de la A a la Z es lo que nos da conciencia. Cuando tenemos pasos bloqueados es cuando generamos conflictos. Así el niño entra en una gran incoherencia en su vida ante una situación de conflicto, y no sabe qué herramientas utilizar, porque no puede enfadarse, pero si el otro le hace daño, queda en una especie de bloqueo ante lo cual lo único que siente es una extrema vulnerabilidad. Potenciales de abusos, bulling y otras situaciones de las que tratamos de salir condenando al enojado, pero seguimos sin comprender toda la trama que las genera.
Cuando la persona crece, se va convirtiendo en alguien que está ampliamente enfadado en la trastienda, porque el enojo, por mucho que se le intente domar, se queda estanco, pero en la tienda dando buena cara, porque el parámetro inconsciente te prohibe aquel paso intermedio. Paradójicamente, va mostrando lo contrario de lo que hubiera querido mostrar: enojo. O quizás, se le explotó el inconsciente en el consciente, y acaba siendo tan violento como la violencia silenciosa de exigirle calma, con la que fue educado, sin saber salir de una rabia que lo atrapa.
Los cómicos siempre dicen que aunque les esté doliendo el alma, salen a escena a reir. Bien, pues algo semejante, para la vida real que precisa de realidad, pero ahí le metemos la comedia cuando no corresponde, así que, la vida termina siendo muy poquito cómica.
El “enojo” se condena como algo que estás haciendo mal. Debes guardar la calma. Se te enseña a guardar la calma, de modo que el “en ojo” te acaba cegando el ojo, porque la imagen que muestras en el contexto, es incoherente con el inhumano que te está operando en lo inconsciente. De Generación en de-generación, se van transmitiendo los parámetros de los que no puede salir tu enojo. Y si los parámetros del padre-madre sobre el enojo, están muy reducidos, entonces, cuando salta el enojo del niño, se le pide calma antes de poder expresar el enojo completo: “no lo veas así, míralo asá...etc...”, (Justificación)
...porque somos una familia calmada y amable y bondadosa...
Entonces hacemos al niño que justifique algo que recibió como un daño externo, antes de que pase por el paso de enfadarse con ese daño externo. Le estamos bloqueando ese enojo y dejándolo en punto ciego. Cada paso de cada experiencia es importante. Cada paso, de la A a la Z es lo que nos da conciencia. Cuando tenemos pasos bloqueados es cuando generamos conflictos. Así el niño entra en una gran incoherencia en su vida ante una situación de conflicto, y no sabe qué herramientas utilizar, porque no puede enfadarse, pero si el otro le hace daño, queda en una especie de bloqueo ante lo cual lo único que siente es una extrema vulnerabilidad. Potenciales de abusos, bulling y otras situaciones de las que tratamos de salir condenando al enojado, pero seguimos sin comprender toda la trama que las genera.
Cuando la persona crece, se va convirtiendo en alguien que está ampliamente enfadado en la trastienda, porque el enojo, por mucho que se le intente domar, se queda estanco, pero en la tienda dando buena cara, porque el parámetro inconsciente te prohibe aquel paso intermedio. Paradójicamente, va mostrando lo contrario de lo que hubiera querido mostrar: enojo. O quizás, se le explotó el inconsciente en el consciente, y acaba siendo tan violento como la violencia silenciosa de exigirle calma, con la que fue educado, sin saber salir de una rabia que lo atrapa.
Los cómicos siempre dicen que aunque les esté doliendo el alma, salen a escena a reir. Bien, pues algo semejante, para la vida real que precisa de realidad, pero ahí le metemos la comedia cuando no corresponde, así que, la vida termina siendo muy poquito cómica.
Si me salto el paso en el que veo que “el otro me hizo daño” porque automáticamente me digo “el otro es proyección mía” o "hay que ser tolerante y comprender las razones del otro", (justificación) me estoy saltando un paso importante. Tenemos que comprender que justificar no es incluir desde una perspectiva más amplia.
Escuchar también el enojo del otro, sobre todo de los niños, para que esta situación tenga una pronta solución antes de que el niño se acostumbre a los parámetros del fingimiento, de los cuales, después, y ya constituidos, es muy dificil salir. Darle su espacio, su cabida, ampliarle los límites sobre los que puede ser escuchado, no solo va a calmar su enojo, porque va a sentir el amor con el que es recibida su naturaleza, en lugar del juicio condenatorio de la misma, sino que le va a ir dando un cauce y una coherencia para que pueda utilizar en su vida adulta.
Paso a paso, dando un paso en cada punto, sabiendo que no me quedo en ese punto, exploro y sigo, exploro y sigo, se deshacen las baldosas que me llevaban a la experiencia con “cuadros en falta”, y al ir generando esos cuadros de conciencia que me faltaban. Si Vio-lento cada pasito, no se hizo violento. Y tomó conciencia de la trama completa de su trauma.
Escuchar también el enojo del otro, sobre todo de los niños, para que esta situación tenga una pronta solución antes de que el niño se acostumbre a los parámetros del fingimiento, de los cuales, después, y ya constituidos, es muy dificil salir. Darle su espacio, su cabida, ampliarle los límites sobre los que puede ser escuchado, no solo va a calmar su enojo, porque va a sentir el amor con el que es recibida su naturaleza, en lugar del juicio condenatorio de la misma, sino que le va a ir dando un cauce y una coherencia para que pueda utilizar en su vida adulta.
Paso a paso, dando un paso en cada punto, sabiendo que no me quedo en ese punto, exploro y sigo, exploro y sigo, se deshacen las baldosas que me llevaban a la experiencia con “cuadros en falta”, y al ir generando esos cuadros de conciencia que me faltaban. Si Vio-lento cada pasito, no se hizo violento. Y tomó conciencia de la trama completa de su trauma.
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