Creo que a veces se nos escapa lo más importante del proceso, a mí por lo menos me pasa, y por suerte, viene algo que te recuerda claramente dónde estás.
El otro día, en el festival de Eurovisión, Salvador Sobral, el representante portugués, me recordó la delicadeza y la belleza de quien canta por su arte, de quien no espera ganar o ser famoso, sino mostrar, como él mismo dijo, que la música tiene un mensaje. Al verle, me vino el pensamiento “¿cuándo me corrompí yo? ¿cuándo dejé de hacer arte de esa forma tan liviana? ¿en qué momento entraron a importarme los reconocimientos, el dinero, “los otros”...en fin? ¿en qué momento “perdí ese rumbo”?
Digo, por esto, que uno se olvida de la enorme dimensión que tiene que uno se “haga cargo” de lo que habita en su inconsciente, porque es el inconsciente global mismo. Que era lindo mientras uno no elegía ver todo lo que habitaba en el fondo del sótano. Era lindo elegir siempre la piscina comunitaria, pero nunca bajar a las cloacas.
En el momento en el que uno va a observar ahí, se valida potenciales a vivir que nunca imaginó que lo haría. Al mismo tiempo, “algo”., un observador, te tiene que recordar que “por ahí no es lo real”, y que, mientras estás explorando una distorsión porque el inconsciente global está siendo visto desde una perspectiva completamente distinta, a través tuyo, sabes dónde estás, y eso te permite poder explorar algo y salir de ello. Si nos vamos muy al carajo en la exploración, acabamos por olvidarnos de ese observador que resuena diciendo “por ahí no es real”. Ok. Te lo creíste. Es otra opción. En cualquier caso, cuando uno le atraviesa la corrupción humana, porque es del género humano, no algo que sea de exclusiva pertenencia de unos cuantos, es realmente algo muy desagradable, porque observa en sí mismo actitudes realmente deshonestas, cobardes, y corrompidas. Ahora bien, si cuando me atraviesan estas reacciones me acuerdo de lo que estoy haciendo, este “recuerdo” me hace no validar aquello que me atraviesa, de modo que pasa a través mío, con la conciencia de dejarme atravesar por lo que le pertenece al género humano, pero con el añadido de saber de mi no existencia, y del observador que escanea todo lo que vive a través de mí. Y la identidad se las quiere quitar de encima, bloquearlas, que no pasen...etc. Todo menos dejar que te atraviesen, asumirlas.
Cuanta más distorsión te atraviesa y puedes consumir como combustible para generar una nueva conciencia, más inclusivo y permeable se hace el diseño, puesto que no solo puedes “entender” al corrupto, sino que sabes vivamente lo que le atraviesa. Son cosas diferentes. Cuando en tus células queda la lógica de aquella experiencia, es imposible juzgar a algún “otro” que veas en esa situación. De ninguna forma dejo de juzgar por intentar comprender, o justificar al “malo”, si yo sigo viviendo para sostener a mi “bueno”.
Así, el dejarse atravesar por el huracán, nos va abriendo a finalidades nuevas, que no son las finalidades del humano en mejora evolutiva. Pero uno va a sentir la enorme, inmensa e intensa fuerza que tienen los marcadores y sus finalidades lineales. Por eso, comprender la lógica de este proceso es tan, tan importante.
Es arrasador, si, pero no olvidar que no está en nuestras manos. Está en manos de Nadie, y por eso atraviesas cosas que ni tú mismo imaginas que atravesarías. Tanto que, obviamente, ni te reconoces. Y eso está muy bien. Porque cada vez eres más nadie y menos algo. Y cada vez más, vas comprendiendote como vehículo para esa generación de conciencia, de modo que, cada vez más, uno queda abierto a toda esa polaridad de la que huia y que le hacía estar siempre en el mismo circulito de potenciales, de forma condicionada, porque no se atrevía a sentir, y adejarse atravesar, por todo lo que calificó con una etiqueta de “eso no”.
Cuando la identidad no quiere huir (58) más, encuentra, poco a poco, el inconsciente de esa sincronización que lo va abriendo a todo el campo de potenciales, incluyendo los que no hubiera elegido nunca, y por tanto, a nuevas finalidades que nunca hubiera imaginado que existieran.
Cada vez le van importando menos y menos los motivos que antes le empujaban con tanta fuerza. Tampoco lucha contra esos motivos, porque, simplemente, contempla cómo se van desactivando.
Así, la DE R ROTA tiene el propósito de rotar a ese 45, a ese diseño lógico que es la identidad. Y cuanto más rota, y más se desmantela, tiene menos y menos que esperar... hasta que no va teniendo nada que esperar. Y una identidad que no persigue finalidades lineales, es un 49 que va buscando su punto de encaje con la Tierra y con aquello a lo que realmente pertenece. Va sincronizando, poco a poco, sus propósitos con los de eso que lo contiene. Y va recuperando la cordura que hay más allá de esa corrupción que lo atraviesa, y se recuerda la belleza y la coherencia de su esencia, cada vez con más intensidad.... ya no como un deseo inalcanzable, o desde la mirada de la envidia que añora la pureza, sino desde el Humano descubriendo eso IN-HUMANO que lleva dentro, esencial, vacío... Nada, con la conciencia de aquello que existe, y que lo atraviesa.
El otro día, en el festival de Eurovisión, Salvador Sobral, el representante portugués, me recordó la delicadeza y la belleza de quien canta por su arte, de quien no espera ganar o ser famoso, sino mostrar, como él mismo dijo, que la música tiene un mensaje. Al verle, me vino el pensamiento “¿cuándo me corrompí yo? ¿cuándo dejé de hacer arte de esa forma tan liviana? ¿en qué momento entraron a importarme los reconocimientos, el dinero, “los otros”...en fin? ¿en qué momento “perdí ese rumbo”?
Digo, por esto, que uno se olvida de la enorme dimensión que tiene que uno se “haga cargo” de lo que habita en su inconsciente, porque es el inconsciente global mismo. Que era lindo mientras uno no elegía ver todo lo que habitaba en el fondo del sótano. Era lindo elegir siempre la piscina comunitaria, pero nunca bajar a las cloacas.
En el momento en el que uno va a observar ahí, se valida potenciales a vivir que nunca imaginó que lo haría. Al mismo tiempo, “algo”., un observador, te tiene que recordar que “por ahí no es lo real”, y que, mientras estás explorando una distorsión porque el inconsciente global está siendo visto desde una perspectiva completamente distinta, a través tuyo, sabes dónde estás, y eso te permite poder explorar algo y salir de ello. Si nos vamos muy al carajo en la exploración, acabamos por olvidarnos de ese observador que resuena diciendo “por ahí no es real”. Ok. Te lo creíste. Es otra opción. En cualquier caso, cuando uno le atraviesa la corrupción humana, porque es del género humano, no algo que sea de exclusiva pertenencia de unos cuantos, es realmente algo muy desagradable, porque observa en sí mismo actitudes realmente deshonestas, cobardes, y corrompidas. Ahora bien, si cuando me atraviesan estas reacciones me acuerdo de lo que estoy haciendo, este “recuerdo” me hace no validar aquello que me atraviesa, de modo que pasa a través mío, con la conciencia de dejarme atravesar por lo que le pertenece al género humano, pero con el añadido de saber de mi no existencia, y del observador que escanea todo lo que vive a través de mí. Y la identidad se las quiere quitar de encima, bloquearlas, que no pasen...etc. Todo menos dejar que te atraviesen, asumirlas.
Cuanta más distorsión te atraviesa y puedes consumir como combustible para generar una nueva conciencia, más inclusivo y permeable se hace el diseño, puesto que no solo puedes “entender” al corrupto, sino que sabes vivamente lo que le atraviesa. Son cosas diferentes. Cuando en tus células queda la lógica de aquella experiencia, es imposible juzgar a algún “otro” que veas en esa situación. De ninguna forma dejo de juzgar por intentar comprender, o justificar al “malo”, si yo sigo viviendo para sostener a mi “bueno”.
Así, el dejarse atravesar por el huracán, nos va abriendo a finalidades nuevas, que no son las finalidades del humano en mejora evolutiva. Pero uno va a sentir la enorme, inmensa e intensa fuerza que tienen los marcadores y sus finalidades lineales. Por eso, comprender la lógica de este proceso es tan, tan importante.
Es arrasador, si, pero no olvidar que no está en nuestras manos. Está en manos de Nadie, y por eso atraviesas cosas que ni tú mismo imaginas que atravesarías. Tanto que, obviamente, ni te reconoces. Y eso está muy bien. Porque cada vez eres más nadie y menos algo. Y cada vez más, vas comprendiendote como vehículo para esa generación de conciencia, de modo que, cada vez más, uno queda abierto a toda esa polaridad de la que huia y que le hacía estar siempre en el mismo circulito de potenciales, de forma condicionada, porque no se atrevía a sentir, y adejarse atravesar, por todo lo que calificó con una etiqueta de “eso no”.
Cuando la identidad no quiere huir (58) más, encuentra, poco a poco, el inconsciente de esa sincronización que lo va abriendo a todo el campo de potenciales, incluyendo los que no hubiera elegido nunca, y por tanto, a nuevas finalidades que nunca hubiera imaginado que existieran.
Cada vez le van importando menos y menos los motivos que antes le empujaban con tanta fuerza. Tampoco lucha contra esos motivos, porque, simplemente, contempla cómo se van desactivando.
Así, la DE R ROTA tiene el propósito de rotar a ese 45, a ese diseño lógico que es la identidad. Y cuanto más rota, y más se desmantela, tiene menos y menos que esperar... hasta que no va teniendo nada que esperar. Y una identidad que no persigue finalidades lineales, es un 49 que va buscando su punto de encaje con la Tierra y con aquello a lo que realmente pertenece. Va sincronizando, poco a poco, sus propósitos con los de eso que lo contiene. Y va recuperando la cordura que hay más allá de esa corrupción que lo atraviesa, y se recuerda la belleza y la coherencia de su esencia, cada vez con más intensidad.... ya no como un deseo inalcanzable, o desde la mirada de la envidia que añora la pureza, sino desde el Humano descubriendo eso IN-HUMANO que lleva dentro, esencial, vacío... Nada, con la conciencia de aquello que existe, y que lo atraviesa.
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