"Recuerdo cuando trabajaba en el banco, muchas veces solicitábamos a la persona que pedía un crédito, que nos proporcionara un aval. Un aval implica que uno no es capaz de ser suficientemente solvente por sí mismo, es decir, que no se le puede conceder el crédito a no ser que otra persona SOSTENGA su condición de adeudado. Allí llegaban los clientes con sus padres, sus hermanos, sus cuñados o amigos, a ofrecer ese aval. Entonces sí, se daba el crédito. La mayor parte de las veces se sentía en el ambiente la incomodidad del titular, su sensación de ser un “necesitado” del dinero y el nombre de otro.
La realidad es que no nos gusta sentir que no somos válidos, suficientes por nosotros mismos, necesitados, no nos gusta sentirnos escasos, inferiores... y para no sentirlo hacemos esfuerzos por ocultarlo, o pretendemos labrarnos una personalidad con la que identificarme, lo suficientemente fuerte como para no tener que volver a sentir que no “valgo” lo suficiente. Así empezamos a buscar los avales energéticos.
La realidad es que no nos gusta sentir que no somos válidos, suficientes por nosotros mismos, necesitados, no nos gusta sentirnos escasos, inferiores... y para no sentirlo hacemos esfuerzos por ocultarlo, o pretendemos labrarnos una personalidad con la que identificarme, lo suficientemente fuerte como para no tener que volver a sentir que no “valgo” lo suficiente. Así empezamos a buscar los avales energéticos.
Uno se fabrica constantemente imágenes de sí mismo, y trabaja esforzadamente por mantener las que le gustan a la vista y por esconder de la vista de los demás las que no le gustan.
Por ejemplo, quiero parecer una persona autosuficiente, independiente, y me esfuerzo en ello para no sentir la verdad de mis sentimientos, que es que me siento necesitado.
Estas dos cuestiones que suceden en mí, actúan en mi relación con los demás. Yo voy buscando la mirada que me vea como alguien autosuficiente, seguro de mí mismo. Entonces, cuando alguien me halaga, me dice que lo soy, aumento esta imagen de mí, me alivia el esfuerzo que hago, siento que ese esfuerzo es recompensado; es decir, me AVALA lo que yo quiero pensar de mí mismo. Sin embargo, no vemos que cuando esto sucede, estamos sencillamente sosteniendo nuestra imagen, alimentando nuestra distorsión, que es tener que esforzarnos por alimentar una imagen, en lugar de ser quienes verdaderamente somos.
Cuando me sucede lo contrario, es decir, me encuentro con alguien que me insulta y me dice que soy un necesitado, entonces me enfado con él. Ese enfado, en realidad, lo que esconde es un miedo a sentirme así, un miedo a que los demás me vean así. El otro está poniendo en evidencia mis miedos, y eso me provoca violencia.
Sin embargo, hay unos fotogramas invisibles que no solemos ver en todo esto, y es que la mirada del otro suele ser al revés de lo que creemos.
Muchas veces, aquel que me está diciendo todos esos halagos, en realidad me está viendo como alguien “necesitado”, siente pena, y esa pena le lleva a decirme que no, que yo lo valgo, que yo soy muy capaz...etc... es decir, intenta “levantarme del suelo” porque la verdad es que me ve en el suelo.
Sin embargo, aquel que me insulta, muchas veces está, en realidad, queriendo ser como yo, quriendo tener lo que yo tengo, porque su verdadera mirada es que me ve autosuficiente y seguro, y él/ella también quiere eso. Como él no se ve a sí mismo de esa forma, se esfuerza y no lo consigue, intenta que yo tampoco me vea así. Lo que está escondiendo el insulto del otro es, en realidad, admiración que no soporta por comparación, por sentirse inferior.
Es curioso cómo la vida, a veces, nos muestra los contrarios y, cuando entramos a descubrir despacio lo que contiene, vemos que actuaba al revés de lo que en un principio y con una revisión mental rápida de la situación, somos capaces de ver."
Fragmento del libro "Los Fotogramas Invisibles: La Observación y la Economía en Convergencia"
Por ejemplo, quiero parecer una persona autosuficiente, independiente, y me esfuerzo en ello para no sentir la verdad de mis sentimientos, que es que me siento necesitado.
Estas dos cuestiones que suceden en mí, actúan en mi relación con los demás. Yo voy buscando la mirada que me vea como alguien autosuficiente, seguro de mí mismo. Entonces, cuando alguien me halaga, me dice que lo soy, aumento esta imagen de mí, me alivia el esfuerzo que hago, siento que ese esfuerzo es recompensado; es decir, me AVALA lo que yo quiero pensar de mí mismo. Sin embargo, no vemos que cuando esto sucede, estamos sencillamente sosteniendo nuestra imagen, alimentando nuestra distorsión, que es tener que esforzarnos por alimentar una imagen, en lugar de ser quienes verdaderamente somos.
Cuando me sucede lo contrario, es decir, me encuentro con alguien que me insulta y me dice que soy un necesitado, entonces me enfado con él. Ese enfado, en realidad, lo que esconde es un miedo a sentirme así, un miedo a que los demás me vean así. El otro está poniendo en evidencia mis miedos, y eso me provoca violencia.
Sin embargo, hay unos fotogramas invisibles que no solemos ver en todo esto, y es que la mirada del otro suele ser al revés de lo que creemos.
Muchas veces, aquel que me está diciendo todos esos halagos, en realidad me está viendo como alguien “necesitado”, siente pena, y esa pena le lleva a decirme que no, que yo lo valgo, que yo soy muy capaz...etc... es decir, intenta “levantarme del suelo” porque la verdad es que me ve en el suelo.
Sin embargo, aquel que me insulta, muchas veces está, en realidad, queriendo ser como yo, quriendo tener lo que yo tengo, porque su verdadera mirada es que me ve autosuficiente y seguro, y él/ella también quiere eso. Como él no se ve a sí mismo de esa forma, se esfuerza y no lo consigue, intenta que yo tampoco me vea así. Lo que está escondiendo el insulto del otro es, en realidad, admiración que no soporta por comparación, por sentirse inferior.
Es curioso cómo la vida, a veces, nos muestra los contrarios y, cuando entramos a descubrir despacio lo que contiene, vemos que actuaba al revés de lo que en un principio y con una revisión mental rápida de la situación, somos capaces de ver."
Fragmento del libro "Los Fotogramas Invisibles: La Observación y la Economía en Convergencia"
Muy buena explicación!, gracias!!!
ResponderEliminarSí exacto. Lo que estuve pensando es que podemos halagar a alguien, no porque creemos que es un "necesitado" de avales para la imagen que quiere alimentar de si mismo, y sí porque valoramos el esfuerzo y la superación por encima de haber hecho algo bien, mal o perfecto. Veo que puesiste lo de "muchas veces", quizás quieras decir que no siempre es así como explicas.. aunque bien, lo compreendo que "muchas veces" es lo que pasa.. pero ya conoces nuestra faceta radical de que las cosas son así o no son. jejejej bueno, era sólo para compartir mi percepción. besotes!
ResponderEliminarClaro Lucía. Exactamente. No se trata de hacer norma de esto, sino de ver que esto sucede en ciertas ocasiones. Otras surge el halago espontáneo, sin carga, sin intención de levantar al otro, sino por simple expresión de que algo nos gustó. Muy bueno el aporte. Besotes
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