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¿Y ahora a qué me dedico?




Hoy en día escuchamos por todas partes: “Haz lo que verdaderamente quieres hacer”, “Sé tú mismo”, pero aquí surge una confusión: “¿Qué es lo que verdaderamente quiero?”, y sobre todo ¿quién es el que lo quiere, quién es ese “tú mismo”?, ¿es uno de mis personajes, o soy realmente YO? ¿Es esa imagen que alimento a cada segundo de lo que quiero llegar a ser la que lo quiere? ¿Es esa imagen desvalorizada que creo ser la que lo elige? ¿es esa imagen de persona herida por mis experiencias pasadas la que lo hace?

Para ir discerniendo lo que queremos, ya sabemos que podemos ir separando lo que no queremos; sin embargo, cuando a uno se le presenta delante una situación y no sabe qué hacer con ella, puede, sencillamente, ver qué queda después de quitarle los deseos, necesidades y apremios de los 4 programas raíz (Supervivencia, protección, comparación, valores).

Estas preguntas pueden ser útiles para ello:

"Si no tuviera necesidad, ni deseos de gloria, ni limitaciones morales, ni miedo a ser herido... ¿qué querría hacer?"

Aunque la respuesta no venga en el momento, simplemente estamos dejando el campo libre para que nuestras semillas esenciales se vayan expresando. 

No quiere decir que con estas preguntas vayamos a tomar decisiones precipitadas sin bases sólidas; sino que, sencillamente, vamos despejando las limitaciones, entonces, es como si quitásemos las malas hierbas que rodean una semilla y no la dejan crecer. Con el tiempo, cualquier día, tenemos un magnífico brote. 
 
Si en cada pequeña decisión que tomo en mi vida, voy eligiendo aquello que está exento de esta "programación", exento del condicionamiento, exento de los miedos psicológicos y protecciones y juicios mentales, entonces aquellas decisiones mismas me van dirigiendo de forma ordenada y segura hacia las acciones que verdaderamente quiero llevar a cabo. 

Si al tomar una decisión siento que eso me va a implicar una "carga", ya sé que estoy tomando el camino del programa. Cuando elijo el camino de las elecciones verdaderamente propias, el resultado siempre es una ligereza cada vez mayor. 

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